Tumores del cerebro y de la médula espinal

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¿Qué son los tumores del cerebro y de la médula espinal?

Un tumor es una masa de células anormales que forman un nuevo crecimiento o un crecimiento que ya existía cuando usted nació (congénito). Los tumores ocurren cuando algo va mal con los genes que regulan el crecimiento celular, lo que permite que las células crezcan y se dividan sin control. Los tumores pueden formarse en cualquier parte del cuerpo. Los tumores del cerebro y de la médula espinal se forman en el tejido dentro del cerebro o de la médula espinal, que forman el sistema nervioso central.

Dependiendo de su tipo, es posible que un tumor en crecimiento no cause ningún síntoma, o bien, puede matar o desplazar células sanas o alterar su función. Un tumor puede moverse o presionar un tejido sensible y bloquear el flujo de sangre y otros fluidos, provocando dolor e inflamación. Un tumor también puede bloquear el flujo normal de actividad en el cerebro o la señalización hacia y desde este. Algunos tumores no causan ningún cambio.

Los tumores pueden ser benignos (no cancerosos) o malignos (cancerosos).

  • Los tumores benignos pueden crecer lenta o rápidamente, no se esparcen a otras partes del cuerpo y, a menudo, se pueden extirpar quirúrgicamente.
  • Los tumores malignos pueden invadir el tejido circundante. Algunos tumores cerebrales cancerosos se pueden extirpar por completo mediante una cirugía. Otros tumores malignos tienen bordes que son difíciles de definir, lo que dificulta que los cirujanos extirpen todo el tumor.

Los tumores pueden ser primarios o secundarios.

  • Los tumores primarios del sistema nervioso central son crecimientos que comienzan en el cerebro o la médula espinal. Pueden ser malignos o benignos.
  • Los tumores metastásicos, o tumores secundarios, del sistema nervioso central son causados por células cancerosas que se desprenden de un tumor primario en otra parte del cuerpo y se diseminan al sistema nervioso central. Estos son más frecuentes que los tumores primarios y ocurren con mayor frecuencia en adultos que en niños.

Hay más de 120 tipos de tumores cerebrales y espinales. Algunas reciben su nombre por el tipo de célula normal a la que más se parecen o por su ubicación. Los tumores del cerebro y de la médula espinal no son contagiosos ni, hasta el momento, prevenibles.

Algunos tumores del sistema nervioso central y afecciones relacionadas con estos

Hay muchos tipos de tumores cerebrales y de la médula espinal. Estos tumores se nombran por su ubicación en el cuerpo, la célula de origen, la tasa de crecimiento y su malignidad. Algunos tipos de tumores son más frecuentes en niños que en adultos. A continuación, se incluye una lista de algunos tumores benignos y malignos que son frecuentes en el sistema nervioso central.

Gliomas
Los tumores gliomas crecen de varios tipos de células gliales, que son las que respaldan la función de las neuronas. Por lo general, los gliomas se producen en los hemisferios cerebrales, pero también pueden afectar otras áreas. Los gliomas se clasifican según el tipo de células gliales normales a las que se parecen.

  • Astrocitomas. Estos tumores, que tienen células gliales llamadas astrocitos por su forma de estrella, pueden ser de bajo grado o malignos. En los adultos, los astrocitomas tienden a formarse en el telencéfalo (la parte más grande del cerebro y en lo que normalmente pensamos en cuando decimos cerebro) mientras que en los niños, se forman en la mayoría de las partes cerebrales. Las formas más frecuentes de astrocitomas son:
    • Astrocitomas anaplásicos, que crecen rápidamente e invaden otros tejidos.
    • Ependimomas, que se desarrollan a partir de células que recubren las cavidades del cerebro y el conducto vertebral donde se produce y se almacena el líquido cefalorraquídeo.
    • Gangliogliomas, que son tumores benignos muy poco frecuentes y de crecimiento lento. Se forman a partir de las células nerviosas y las células gliales, y pueden ocurrir en el cerebro y la columna vertebral.
    • Glioblastomas multiformes, que son tumores malignos altamente invasivos que se diseminan rápidamente y, a menudo, reaparecen después del tratamiento inicial.
    • Oligodendrogliomas, que son tumores que se parecen a las células gliales dentro de los hemisferios cerebrales, es decir, las células que ayudan a aislar las fibras nerviosas que transmiten los impulsos nerviosos.
    • Astrocitomas pilocíticos, que son tumores de crecimiento lento que rara vez se diseminan al tejido circundante.

Los gliomas mixtos contienen más de un tipo de células gliales y generalmente se encuentran en el telencéfalo. Estos tumores pueden diseminarse a otras áreas del cerebro.

Otros gliomas reciben el nombre de la parte del cuerpo que afectan. Entre estos se encuentran:

  • Los gliomas de tronco encefálico, que se encuentran en la parte más baja del cerebro, donde se controlan muchas de las funciones vitales del cuerpo.
  • Los gliomas ópticos, que se encuentran en los nervios que viajan entre los centros visuales y el cerebro o cerca de estos, y son particularmente frecuentes en personas que tienen neurofibromatosis.

Cordomas
Los cordomas son tumores congénitos poco frecuentes que se producen a partir de los restos de la estructura flexible similar a una columna que se forma y se disuelve temprano en el desarrollo fetal (y luego los huesos de la columna la reemplazan). A menudo, los cordomas se producen cerca de la parte superior o inferior de la columna, fuera de la duramadre, y pueden invadir el canal espinal y la cavidad del cráneo.

Papilomas del plexo coroideo
Estos tumores infantiles son muy poco frecuentes y por lo general son benignos. Se desarrollan lentamente y pueden aumentar la producción y bloquear el flujo del líquido cefalorraquídeo, lo que provoca síntomas que incluyen dolores de cabeza y aumento de la presión intracraneal. Una forma cancerosa aún más rara puede propagarse a través del líquido cefalorraquídeo.

Tumores de células germinales
Estos tumores infantiles de rara ocurrencia pueden comenzar en células que no logran abandonar el sistema nervioso central durante el desarrollo. Por lo general, los tumores de células germinales se forman en el centro del cerebro y pueden diseminarse a otras partes del cerebro y la médula espinal. Los diferentes tumores reciben el nombre del tipo de célula germinal.

Meningiomas
Los meningiomas son tumores benignos que se desarrollan a partir de las membranas delgadas, o meninges, que cubren el cerebro y la médula espinal. Los meningiomas suelen crecer lentamente, por lo general no invaden el tejido normal circundante y rara vez se diseminan a otras partes del sistema nervioso central o del cuerpo.

Tumores pineales
Estos tumores se forman en la glándula pineal, una pequeña estructura ubicada entre el cerebelo y el telencéfalo. Los tres tipos más comunes de tumores de la región pineal son los gliomas, los tumores de células germinales y los tumores de células pineales.

Tumores hipofisarios (también llamados adenomas hipofisarios o tumores pituitarios)
Estos pequeños tumores se forman en la glándula pituitaria. La mayoría de los tumores hipofisarios son benignos y su incidencia aumenta con la edad. Estos tumores se clasifican en no secretores y secretores (los tumores secretores liberan niveles inusualmente altos de hormonas hipofisarias, lo que puede originar afecciones y síntomas neurológicos, incluido el síndrome de Cushing, una sobreproducción dañina de la hormona cortisol).

Tumores neuroectodérmicos primitivos
Estos tumores malignos pueden surgir de células primitivas o inmaduras que sobraron del desarrollo temprano del sistema nervioso. Estos tumores pueden diseminarse por todo el cerebro y la médula espinal en un patrón disperso e irregular y, en raras ocasiones, pueden causar cáncer fuera del sistema nervioso central. Los dos tumores neuroectodérmicos primitivos más frecuentes son:

  • Los meduloblastomas, que generalmente se forman en el cerebelo y pueden diseminarse por todo el cerebro y la columna vertebral.
  • Los neuroblastomas, que generalmente aparecen encima de las glándulas suprarrenales, pero que se pueden encontrar en el cerebro y en otras partes del cuerpo.

Tumores vasculares
Estos tumores no cancerosos son poco frecuentes y surgen de los vasos sanguíneos del cerebro y de la médula espinal. El tumor vascular más frecuente es el hemangioblastoma, una masa similar a un quiste de vasos sanguíneos enmarañados, que por lo general no se disemina.

Para obtener más información, consulte este documento sobre tumores infrecuentes de cerebro y médula espinal.

Otras afecciones relacionadas con los tumores

Quistes aracnoideos. Son masas benignas llenas de líquido (en comparación con los tumores que son masas de tejido sólido), que se forman dentro de un revestimiento de membrana delgada. Los quistes en el sistema nervioso central pueden causar síntomas similares a los de un tumor, como dolor de cabeza y convulsiones. Algunos quistes ocurren con más frecuencia en la médula espinal que en el cerebro, y hay ciertos quistes que se observan con mayor frecuencia en niños.

Hidrocefalia. Trastorno en el que se acumula el líquido cefalorraquídeo en el cerebro. El exceso de líquido puede causar presión dañina, dolor de cabeza y náuseas.

Carcinomatosis meníngea. Es causada por células cancerosas que han hecho metástasis en el sistema nervioso central, y se diseminan por el cerebro y la médula espinal a través del líquido cefalorraquídeo. Estas células pueden formar colonias o pequeños tumores en muchos lugares, incluidas las raíces de los nervios, la superficie del cerebro, el telencéfalo, el tronco encefálico y la médula espinal.

Neurofibromatosis. Se refiere a un grupo de trastornos genéticos relacionados que hacen que crezcan tumores alrededor de los nervios. La mayoría de los tumores son benignos, pero pueden volverse malignos con el tiempo. La neurofibromatosis tipo 1 tiende a causar tumores en los nervios fuera del sistema nervioso central y afecta la piel y los huesos. La neurofibromatosis tipo 2 produce varios tumores en el sistema nervioso central que típicamente afectan los nervios relacionados con la audición.

Pseudotumor cerebral. También llamado “tumor cerebral falso”, porque imita los síntomas de un tumor cerebral, puede ser causado por la acumulación anormal de líquido cefalorraquídeo.

Esclerosis tuberosa. Es un trastorno genético que provoca numerosos síntomas neurológicos y físicos, entre ellos, tumores benignos en los ojos y el sistema nervioso central. Este trastorno puede estar presente al nacer o desarrollarse con el tiempo. Aproximadamente la mitad de las personas que tienen esclerosis tuberosa desarrollan astrocitomas benignos. 

Enfermedad de von Hippel-Lindau. Es un trastorno multisistémico genético poco frecuente que se caracteriza por tumores que crecen en ciertas partes del cuerpo. Pueden desarrollarse hemangioblastomas en el cerebro y en el sistema nervioso.

Descripción general del cerebro y de la médula espinal

El cerebro tiene tres partes principales:

  1. El tronco encefálico, que es la parte más baja del cerebro (arriba del cuello) que se conecta a la médula espinal y transmite información entre el cerebro y el cuerpo mediante agrupaciones de nervios largos. Controla las funciones básicas que sustentan la vida, como la presión arterial, los latidos del corazón, la respiración, la conciencia, la deglución (tragar) y la temperatura corporal.
  2. El telencéfalo, comúnmente conocido como cerebro, que es la parte más grande y externa del cerebro, encargada de procesar la información de nuestros sentidos para decirle al cuerpo cómo responder. Controla funciones como el movimiento, el tacto, el juicio, el aprendizaje, el habla, las emociones y el pensamiento.
  3. El cerebelo, que está ubicado en la parte inferior trasera del cerebro, arriba del tronco encefálico. El cerebelo controla y ayuda a mantener el equilibrio, y coordina movimientos musculares complejos como caminar y hablar.

Las dos mitades del cerebro, o hemisferios, usan células nerviosas (neuronas) para comunicarse entre sí. Cada hemisferio tiene cuatro secciones, llamadas lóbulos, que se encargan de diferentes funciones neurológicas.

  1. Los lóbulos frontales controlan el movimiento voluntario, como escribir, y nos permiten establecer y priorizar objetivos. Un tumor del lóbulo frontal puede ocasionar cambios en la personalidad, el intelecto, el razonamiento y el comportamiento. También puede afectar la coordinación y el caminar, y causar pérdida del habla.
  2. Los lóbulos temporales se relacionan con la percepción, la memoria y la comprensión de sonidos y palabras. Un tumor en este lugar puede causar problemas de habla y audición, desmayos, convulsiones o sensaciones como el miedo.
  3. Los lóbulos parietales nos permiten recibir y comprender simultáneamente sensaciones como la presión y el dolor. Un tumor del lóbulo parietal puede causar dificultades para entender o pronunciar palabras, problemas de coordinación, convulsiones y entumecimiento o debilidad en un lado del cuerpo.
  4. Los lóbulos occipitales reciben y procesan la luz y las imágenes visuales, y también detectan el movimiento. Un tumor en el lóbulo occipital puede afectar el campo visual, por lo general en un lado, y la forma en que entendemos las palabras escritas.

Para más información, consulte el documento titulado Información general sobre los tumores del sistema nervioso central en adultos.

La médula espinal es una extensión del cerebro, que se encuentra protegida dentro de la columna vertebral ósea. Contiene agrupaciones de nervios que transportan mensajes entre el cerebro y otras partes del cuerpo, como instrucciones para mover un brazo o información que envía la piel para indicar dolor.

Si un tumor se forma en la médula espinal o cerca de esta, puede interrumpir la comunicación entre el cerebro y los nervios o restringir el suministro de sangre a la médula. Debido a que la columna vertebral es estrecha, un tumor en este lugar, a diferencia de un tumor cerebral, puede causar síntomas en ambos lados del cuerpo.

Independientemente de su ubicación, a menudo, los tumores de la médula espinal causan dolor, entumecimiento, debilidad o falta de coordinación en los brazos y las piernas, generalmente en ambos lados del cuerpo. También suelen causar problemas de vejiga o intestinales.

Los tumores de la médula espinal se describen según su ubicación en esta y cada vértebra (parte de una serie de huesos que forman la columna vertebral) está numerada de arriba a abajo. La región del cuello se llama cervical (C), la región de la espalda se llama torácica (T) y la región de la espalda baja se llama lumbar (L) o sacra/cauda equina (S). Los tumores se describen más detalladamente si el tumor comienza en las células dentro de la médula espinal (intramedular) o fuera de esta (extramedular). Los tumores extramedulares pueden crecer en la membrana que rodea la médula espinal (intradurales) o en el exterior (extradurales).

Síntomas

Los tumores del cerebro y de la médula espinal causan muchos síntomas diferentes, lo que puede dificultar su detección. Los síntomas dependen del tipo, la ubicación, el tamaño y la tasa de crecimiento del tumor. Ciertos síntomas son bastante específicos porque resultan del daño a áreas particulares del cerebro y la médula espinal. Por lo general, los síntomas se desarrollan lentamente y empeoran a medida que crece el tumor.

Tumores cerebrales

En los bebés, el signo más obvio de un tumor cerebral es una cabeza que se ensancha rápidamente o una coronilla abultada. Otros síntomas más frecuentes de un tumor cerebral pediátrico pueden incluir:

  • dolores de cabeza que pueden volverse más frecuentes o intensos
  • convulsiones
  • sensación de presión dentro del cráneo
  • náuseas y vómitos
  • aparición repentina de problemas de visión

En los niños mayores y en los adultos, un tumor puede causar una variedad de síntomas, como dolores de cabeza, convulsiones, problemas de equilibrio y cambios de personalidad.

  • Los dolores de cabeza son el síntoma más frecuente de un tumor cerebral. Estos pueden empeorar con el tiempo, volverse más frecuentes o constantes y reaparecer, a menudo a intervalos irregulares.
  • Convulsiones. Las convulsiones que comienzan en la edad adulta sin una causa subyacente son una señal de advertencia clave de un tumor cerebral.
  • Náuseas y vómitos.
  • Problemas de visión o audición.
  • Cambios en la personalidad, el comportamiento y la cognición, con episodios psicóticos y problemas con el habla, el lenguaje, el pensamiento y la memoria.
  • Problemas motores, que incluyen debilidad o parálisis, falta de coordinación o pérdida gradual de la sensación o el movimiento en un brazo o una pierna.
  • Problemas de equilibrio, como mareos, dificultad para caminar, torpeza o pérdida del equilibrio.
  • La hidrocefalia y el aumento de la presión intracraneal se producen cuando un tumor bloquea el flujo del líquido cefalorraquídeo que baña el cerebro y la médula espinal. Esto puede causar dolores de cabeza, náuseas y vómitos.

Otros síntomas pueden incluir trastornos endocrinos o una regulación hormonal anormal, dificultad para tragar, parálisis facial y párpados caídos, fatiga, sentido del olfato debilitado o sueño interrumpido, y cambios en los patrones de sueño.

Tumores de la médula espinal

Algunos de los síntomas frecuentes de un tumor de la médula espinal incluyen:

  • El dolor puede ocurrir en un área específica de la columna o puede irradiarse desde la columna hacia otras partes del cuerpo. El dolor puede ser agudo o sentirse como una sensación de ardor u hormigueo debido a la compresión de los nervios. Este tiende a ser constante y progresivo, y puede ser intenso. El dolor de espalda es un síntoma inicial frecuente de un tumor espinal.
  • El entumecimiento o los cambios sensoriales pueden incluir disminución de la sensibilidad de la piel a la temperatura y entumecimiento progresivo o pérdida de sensibilidad en general, en especial en las piernas.
  • Los problemas motores y la pérdida del control muscular pueden incluir debilidad muscular, espasticidad (en la que los músculos permanecen rígidamente contraídos) y alteración del control de la vejiga o los intestinos.
  • También pueden ocurrir otros síntomas, como problemas con el control de los intestinos o la vejiga, o disfunción sexual, pero son menos frecuentes.

¿Quién tiene más probabilidad de tener un tumor del cerebro o de la médula espinal?

Los investigadores realmente no saben por qué se desarrollan los tumores primarios del cerebro y de la médula espinal. Las posibles causas incluyen algún virus, genes defectuosos, exposición a ciertas sustancias químicas y otros materiales peligrosos, y trastornos del sistema inmunitario. A veces, los tumores del sistema nervioso central pueden ser el resultado de enfermedades genéticas específicas, como la neurofibromatosis y la esclerosis tuberosa, o exposición a la radiación.

Cualquier persona puede llegar a tener un tumor primario del cerebro o de la médula espinal, pero el riesgo en general es muy pequeño. Los tumores cerebrales ocurren con más frecuencia en los hombres que en las mujeres y son más frecuentes en las personas que están entre la mediana edad a una edad más avanzada. Aunque no ocurren con frecuencia en los niños, los tumores cerebrales infantiles tienden a ocurrir con mayor frecuencia en niños menores de 9 años y algunos tumores suelen ser hereditarios. La mayoría de los tumores cerebrales en los niños son tumores primarios.

Otros factores de riesgo para presentar un tumor primario del cerebro o de la médula espinal incluyen la raza (las personas de raza blanca son más propensas a desarrollar un tumor del sistema nervioso central) y la ocupación. Los trabajadores que requieren un contacto repetido con radiación ionizante o ciertas sustancias químicas, incluidos los materiales utilizados en materiales de construcción o plásticos y textiles, tienen una mayor probabilidad de llegar a tener un tumor cerebral.

Se puede usar el grado de un tumor para diferenciar entre los tipos de tumor de crecimiento lento y los de crecimiento rápido. Los grados tumorales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se basan en qué tan anómalas se ven las células cancerosas con un microscopio y qué tan rápido es probable que el tumor crezca y se propague. Algunos tumores cambian de grado a medida que avanzan y generalmente pasan a un grado más alto. Un patólogo clasifica el tumor después de una biopsia o durante una cirugía.

  • Grado I (grado bajo): las células tumorales se parecen más a las células normales bajo un microscopio y crecen y se diseminan más lentamente que las células tumorales de grado II, III y IV. Rara vez se propagan a los tejidos cercanos. Los tumores cerebrales de grado I se pueden curar si se extirpan por completo mediante una cirugía.
  • Grado II: las células tumorales crecen y se diseminan más lentamente que las células tumorales de grado III y IV. Pueden diseminarse a los tejidos cercanos y reaparecer (regresar). Algunos de estos pueden llegar a ser tumores de un grado más alto.
  • Grado III: las células tumorales tienden a crecer apresuradamente y pueden propagarse de forma rápida a otros tejidos centrales del sistema nervioso. Las células tumorales se verán diferentes a las del tejido circundante.
  • Grado IV: las células tumorales no se ven como células normales bajo el microscopio y crecen y se diseminan muy rápidamente. Puede haber áreas de células muertas en el tumor. Por lo general, los tumores de grado IV no se pueden curar.

¿Cómo se diagnostican y se tratan los tumores del cerebro y de la médula espinal?

Diagnóstico de tumores de la médula espinal

Si se sospecha que usted tiene un tumor cerebral o de la médula espinal, su médico (por lo general, un neurólogo, oncólogo o neurooncólogo) realizará un examen neurológico y puede solicitar una variedad de pruebas, según sus síntomas, antecedentes médicos personales y familiares, y los resultados del examen físico. Una vez que se encuentra un tumor en los estudios de diagnóstico por imágenes, a menudo se recomienda una cirugía para obtener tejido para una biopsia o una extirpación.

Con frecuencia, es difícil diagnosticar el tipo de tumor cerebral o espinal. Algunos tipos son poco frecuentes y no se comprenden bien las alteraciones moleculares y genéticas de ciertos tumores. Es posible que usted desee pedirle a su médico de atención primaria u oncólogo que se obtenga una segunda opinión de un centro oncológico integral o de un neurooncólogo con experiencia en el tratamiento de su diagnóstico específico o del tipo de tumor. Incluso una segunda opinión que confirme el diagnóstico original puede tranquilizarlo y ayudarlo a prepararse mejor para su atención y tratamiento.

Examen neurológico

Se puede realizar un examen neurológico en el consultorio de su médico. Este examen evalúa sus habilidades sensoriales y de movimiento, la audición y el habla, los reflejos, la visión, la coordinación y el equilibrio, el estado mental y los cambios en el estado de ánimo o el comportamiento.

Se puede requerir un especialista para que haga y analice algunas de las pruebas avanzadas.

Imágenes de diagnóstico

Estos procedimientos producen imágenes extremadamente detalladas de las estructuras internas del cuerpo, como tejidos, órganos, huesos y nervios. Estas imágenes pueden confirmar el diagnóstico y ayudar a los médicos a determinar el tipo de tumor, las opciones de tratamiento y, posteriormente, si el tratamiento está funcionando.

Para obtener una descripción más completa de las pruebas que se mencionan a continuación, consulte nuestra publicación titulada Pruebas y procedimientos de diagnóstico neurológico.

  • La tomografía computarizada (TC) ya no es la prueba estándar para evaluar un tumor cerebral. Sin embargo, estas tomografías pueden detectar la acumulación de calcio, lo que hace que el tejido se endurezca y se convierta en un tumor y, a menudo, puede detectar una hemorragia (sangrado) o el desarrollo de hidrocefalia. Las tomografías computarizadas se pueden realizar en unos minutos, por lo que a menudo se usan en situaciones de emergencia.
  • La resonancia magnética (también conocida como MRI, por sus siglas en inglés) es el estándar de referencia (gold standard) para diagnosticar tumores cerebrales y espinales, y es más sensible que una tomografía computarizada. Además de una mayor resolución y mejores detalles anatómicos, la resonancia magnética puede ofrecer información sobre el flujo sanguíneo (perfusión) y la densidad de células tumorales, y brindar mejores imágenes de los tumores ubicados cerca del hueso.

Por lo general, se inyecta un agente de contraste (como un tinte) en la vena antes de realizar una tomografía computarizada o una resonancia magnética. Muchos tumores son mucho más fáciles de identificar durante la exploración después de administrar el contraste.

  • La resonancia magnética funcional (fMRI) puede ayudar a evaluar la distancia entre las áreas del cerebro que controlan funciones específicas y los tumores en áreas particulares del cerebro. Esto es útil para planificar cirugías en áreas del cerebro que controlan funciones importantes como el lenguaje.
  • La espectroscopia de resonancia magnética puede medir y analizar los cambios metabólicos y la composición química de una muestra de tejido.
  • La tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés) rastrea y mide el uso de glucosa (azúcar, utilizada por el cerebro como energía) que se adhiere a pequeñas cantidades de radioactividad y se inyecta en el torrente sanguíneo. Debido a que el tejido maligno usa más glucosa que el tejido normal, por lo general este aparece en la exploración como más brillante que el tejido circundante.
  • La tomografía computarizada por emisión de fotón único (SPECT, por sus siglas en inglés) estudia el flujo de sangre a los tejidos. Ciertos tumores desarrollan nuevos vasos sanguíneos para aumentar su suministro de sangre y de nutrientes.
  • La angiografía (o arteriograma) puede distinguir ciertos tipos de tumores que tienen un patrón característico de vasos y flujo sanguíneos. Se inyecta un tinte en un vaso sanguíneo principal y se toma una serie de radiografías a medida que el tinte fluye hacia el cerebro. A menudo, la resonancia magnética se puede usar para evaluar los vasos sanguíneos, un procedimiento llamado angiografía por resonancia magnética.

Análisis de laboratorio y otras pruebas

  • Los análisis de sangre, orina y otras sustancias pueden ofrecer pistas sobre el tumor y controlar la concentración de medicamentos terapéuticos.
  • Un electroencefalograma, o EEG, monitorea la actividad cerebral a través del cráneo (los tumores pueden alterar la actividad de las ondas cerebrales y causar convulsiones).
  • Una punción lumbar (también conocida como análisis del líquido cefalorraquídeo) utiliza una aguja especial que se inserta en la columna vertebral para extraer una pequeña cantidad de líquido cefalorraquídeo. El líquido se examina en busca de células anormales o concentraciones inusuales de varias moléculas, como glucosa y proteínas, que sugieren que existe un tumor cerebral o de la médula espinal.
  • La magnetoencefalografía (MEG) estudia la función cerebral midiendo el campo magnético generado por las células nerviosas del cerebro.

Tratamiento de los tumores de la médula espinal

Un equipo especializado de médicos asesora y presta asistencia a las personas durante el tratamiento y la rehabilitación. Los siguientes especialistas pueden formar parte del equipo:

  • Neurooncólogos: neurólogos u oncólogos que se especializa en tumores del sistema nervioso central.
  • Oncólogos: médicos que se especializan en cáncer.
  • Neurólogos: médicos que se especializan en los trastornos del sistema nervioso central.
  • Neurorradiólogos: médicos que se especializan en el sistema nervioso central y está capacitado para interpretar los resultados de las imágenes de diagnóstico.
  • Patólogos: médicos clínicos que diagnostican enfermedades de tejidos o células usando una variedad de pruebas de laboratorio.
  • Neurocirujanos: cirujanos del cerebro o de la médula espinal. Es posible que este tipo de médico haya finalizado una capacitación especializada en la extirpación de tumores del sistema nervioso central.  
  • Oncólogos radioterapeutas: médicos que se especializan en el uso de radiación para tratar el cáncer.

Para más información, consulte el documento titulado Información sobre tumores infrecuentes del cerebro y la médula espinal.

El equipo de atención médica recomendará un plan de tratamiento basado en la ubicación, el tipo, el tamaño y la agresividad del tumor, así como en el historial médico, la edad y el estado general de salud del paciente. Los tumores malignos requieren algún tipo de tratamiento, mientras que para algunos tumores benignos pequeños es posible que solo tenga que realizarse controles. El tratamiento para un tumor cerebral o espinal puede incluir cirugía, radioterapia, quimioterapia, terapia dirigida o una combinación de tratamientos.

El tratamiento inicial para un tumor del sistema nervioso central puede incluir una variedad de medicamentos para tratar o aliviar los síntomas, como:

  • anticonvulsivos para tratar o prevenir las convulsiones
  • analgésicos para aliviar el dolor
  • esteroides u otros medicamentos antiinflamatorios para reducir la hinchazón y mejorar el flujo sanguíneo
  • antidepresivos para tratar la ansiedad o la depresión que puede haber después del diagnóstico de un tumor
  • medicamentos contra las náuseas

Neurocirugía

Por lo general, la cirugía es el primer tratamiento para obtener tejido para el diagnóstico y extirpar de la forma más segura posible, la mayor cantidad del tumor que se pueda. La cirugía puede ser el único tratamiento que necesite si se considera que el tumor es benigno o de bajo grado. Según el tipo y el grado (uno bajo en comparación con uno alto), a menudo, los médicos recomiendan un tratamiento de seguimiento, que incluye radiación y quimioterapia, o un tratamiento experimental. Se le remitirá a los especialistas mencionados anteriormente para que le den orientación sobre este tratamiento.

Con frecuencia, una cirugía también es el primer paso en el tratamiento de un tumor accesible, es decir, que se puede extirpar sin riesgo de daño neurológico. Una gran cantidad de tumores de bajo grado y muchos de los tumores cancerosos secundarios (metastásicos) se pueden extirpar por completo. Algunos tumores tienen una forma claramente definida y se pueden extirpar más fácilmente. El cirujano intentará remover (lo que se llama resecar o extirpar) todo el tumor o la mayor cantidad posible. En el caso de los tumores malignos del sistema nervioso central, es mejor que un neurocirujano realice la cirugía.

Un tumor inaccesible o inoperable significa que no se puede extirpar quirúrgicamente debido al riesgo de daño grave al sistema nervioso durante la operación. Con frecuencia, estos tumores se ubican en lo profundo del cerebro o cerca de estructuras vitales, como el tronco encefálico, y pueden no tener bordes bien definidos. En estos casos, lo que se puede realizar es una biopsia.

En ocasiones, se hace una biopsia para diagnosticar y ayudar a los médicos a determinar cómo tratar el tumor. A veces, las biopsias se hacen insertando una aguja a través de un pequeño orificio en el cuerpo y tomando una pequeña muestra del tejido tumoral. Un patólogo examinará esta muestra en busca de ciertos cambios que señalen si hay cáncer y determinará su estadio (etapa) o grado.

En algunos casos, es posible que el cirujano deba insertar una derivación en el cráneo para drenar cualquier acumulación peligrosa de líquido cefalorraquídeo causada por el tumor. Una derivación es un tubo de plástico flexible que se utiliza para desviar el flujo de líquido cefalorraquídeo del sistema nervioso central a otra parte del cuerpo, donde puede absorberse como parte del proceso circulatorio normal.

Algunas herramientas que se usan en el quirófano para la cirugía incluyen un microscopio quirúrgico, un endoscopio (un pequeño tubo de visualización conectado a una cámara de video) e instrumentos de precisión en miniatura que permiten realizar el procedimiento a través de una pequeña incisión en el cerebro o en la columna vertebral. Otras herramientas incluyen:

  • Resonancia magnética intraoperatoria. Utiliza un tipo especial de resonancia magnética que permite monitorear y evaluar la cirugía en tiempo real. Las imágenes, que se actualizan constantemente, permiten que los médicos vean cuánto del tumor se ha extirpado.
  • Equipo de navegación. , Se usa en la neurocirugía estereotáctica o guiada por computadora, brinda a los médicos un mapa tridimensional preciso de la columna vertebral o del cerebro a medida que avanza la operación. Una computadora usa imágenes de diagnóstico preoperatorias para reducir el riesgo de daño al tejido circundante.
  • Pruebas intraoperatorias de monitoreo de los nervios. Utilizan registros en tiempo real de la actividad de las células nerviosas para determinar el papel de nervios específicos, así como para monitorear la actividad cerebral a medida que avanza la cirugía. Algunas cirugías se pueden realizar mientras el paciente está despierto bajo anestesia supervisada, en lugar de bajo anestesia general. Esto permite que los médicos monitoreen el habla y las funciones motoras de la persona mientras se extrae el tumor.

Para más información, consulte el documento titulado Cirugía para tratar el cáncer.

Radioterapia

Por lo general, la radioterapia implica dosis repetidas de haces de alta energía, como rayos X o protones, para destruir las células cancerosas o evitar que se multipliquen. La radioterapia puede reducir la masa tumoral. Se puede usar para tratar tumores inaccesibles quirúrgicamente o células tumorales que pueden quedar después de la cirugía.

El tratamiento de radiación se puede administrar externamente, usando haces de energía enfocados o partículas cargadas que son dirigidas al tumor, o se pueden administrar desde el interior del cuerpo, usando un dispositivo implantado quirúrgicamente. Cuanto más fuerte sea la radiación, más profundamente podrá penetrar en el sitio objetivo. Las células sanas también pueden resultar dañadas por la radioterapia, pero el tratamiento de radiación que se usa actualmente está diseñado para minimizar el daño al tejido normal.

A menudo, el tratamiento comienza poco después de la cirugía y puede continuar durante varias semanas. Según el tipo de tumor y su ubicación, una persona puede recibir una forma modificada de terapia para disminuir el daño a las células sanas y mejorar el tratamiento general.

La radioterapia que se administra externamente no presenta ningún riesgo de radiactividad para la persona, su familia y amigos. Los tipos de radioterapia externa incluyen:

  • Radiación de todo el cerebro. Generalmente se usa para reducir varios tumores cancerosos, en lugar de apuntar a tumores individuales. Puede administrarse como la única forma de tratamiento o antes de otras formas de radioterapia y microcirugía.
  • Radiación de haz externo convencional. Dirige una dosis uniforme de radiación de alta energía al tumor y al tejido circundante. Se usa para tratar tumores grandes o aquellos que pueden haberse diseminado al tejido cercano.
  • Radioterapia conformada tridimensional (RTC-3D). Utiliza imágenes de diagnóstico para preparar una imagen tridimensional precisa generada por computadora del tumor y del tejido circundante. Luego, la computadora coordina y envía múltiples haces de radiación a la ubicación exacta del tumor, evitando llegar a los órganos cercanos y al tejido circundante.
  • Radioterapia de intensidad modulada. Similar a la RTC-3D, esta radioterapia varía en la intensidad de los cientos de haces de radiación para así administrar dosis más precisas al tumor o sus áreas específicas, con menos exposición al tejido circundante.
  • Hiperfraccionamiento. Consiste en administrar dos o más dosis de cantidades pequeñas de radiación al día, en lugar de una sola dosis más grande. Se puede administrar más radiación en ciertos tumores y reducir el daño a las células normales.
  • Terapia con haz de protones. Dirige un haz de protones de alta energía directamente al sitio del tumor, sin propagar la radiación más allá del objetivo. La dosificación es similar a la radiación estándar (también llamada radiación de fotones), pero la radiación con haz de protones es mejor para tratar tumores cerca de estructuras importantes como el tronco encefálico y la médula espinal. La terapia con haz de protones se puede utilizar como tratamiento independiente o en combinación con quimioterapia, o como seguimiento a la cirugía.

Radiocirugía

Por lo general, la radiocirugía es un tratamiento de una sola vez que utiliza múltiples haces de radiación muy enfocados que se dirigen al tumor del cerebro o de la médula espinal desde diversos ángulos. Durante este procedimiento, no se corta el cuerpo de la persona, pero, al igual que otras formas de radioterapia, daña la capacidad de crecimiento y de división de una célula tumoral. La radiocirugía se usa con frecuencia para tratar tumores que son quirúrgicamente inaccesibles y también se puede usar al final del tratamiento de radiación convencional. Dos procedimientos frecuentes de radiocirugía son: 

  • La radiocirugía con acelerador lineal, que utiliza tecnología similar a la de un radar para preparar y disparar un solo haz de rayos X de alta energía hacia el tumor. También llamada radiación de transferencia de alta energía lineal, esta radiocirugía moldea el haz para que coincida con la forma del tumor, evitando tocar el tejido circundante. Luego, una máquina especial que gira alrededor de la cabeza dispara una dosis uniforme de radiación al tumor.
  • La radiocirugía, que se puede administrar mediante varias técnicas, todas diseñadas para suministrar una dosis precisa de radiación en un área pequeña. La radiocirugía ha mostrado buenos resultados para los tumores que no se diseminan al cerebro circundante, pero es menos beneficiosa para los tumores cerebrales frecuentes que sí se diseminan a este.

Efectos secundarios de la radiación: Los efectos secundarios de la radioterapia varían de una persona a otra y generalmente son temporales. Por lo general, comienzan a sentirse aproximadamente dos semanas después de que inicia el tratamiento y pueden incluir fatiga, náuseas, vómitos, piel enrojecida o adolorida en el área tratada, dolor de cabeza, pérdida de la audición, problemas para dormir y pérdida del cabello (aunque generalmente vuelve a crecer, una vez que finaliza el tratamiento). La radioterapia en niños pequeños, en especial en niños de 3 años o menos, puede causar problemas de aprendizaje, procesamiento de información, pensamiento y crecimiento.

Hay efectos secundarios tardíos de la radiación que pueden ocurrir meses o hasta años después del tratamiento, incluyen el encogimiento (atrofia) del cerebro o la región de la médula espinal que se trató.

Quimioterapia

La quimioterapia utiliza medicamentos poderosos para matar las células cancerosas o evitar que crezcan o se propaguen. Por lo general, estos medicamentos se administran por vía oral, intravenosa o a través de un catéter o puerto, y recorren el cuerpo hasta llegar a las células cancerosas. El oncólogo le recomendará un plan de tratamiento basado en el tipo de cáncer, los medicamentos que se usarán, la frecuencia de administración y la cantidad de ciclos necesarios. La quimioterapia se administra en ciclos para atacar y eliminar las células cancerosas de manera más eficaz y dar tiempo a que las células normales se recuperen de cualquier daño.

Es posible que reciba quimioterapia antes de una cirugía para reducir el tamaño del tumor, lo que se llama terapia neoadyuvante (un tratamiento que se administra primero para reducir el tamaño del tumor, antes del tratamiento principal). La radioterapia también se puede administrar como terapia neoadyuvante. Después de la cirugía o después del tratamiento con radiación, si este es el tratamiento primario, se podría usar la quimioterapia como la terapia adyuvante (un tratamiento adicional al tratamiento principal). La terapia metronómica consiste en la administración de quimioterapia continua en dosis bajas para bloquear los mecanismos que estimulan el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos necesarios para alimentar el tumor.

No todos los tumores son susceptibles a los mismos medicamentos contra el cáncer, por lo que su tratamiento puede incluir una combinación de medicamentos. Los que se usan con frecuencia para la quimioterapia del sistema nervioso central incluyen temozolomida, carmustina (también llamada BCNU), lomustina (también llamada CCNU) y bevacizumab. Asegúrese de preguntarle a su equipo médico sobre todas las opciones.

Los efectos secundarios de la quimioterapia pueden incluir pérdida de cabello, náuseas, problemas digestivos, una menor producción de médula ósea y fatiga. El tratamiento también puede dañar las células normales que están creciendo o dividiéndose al mismo tiempo, pero estas células generalmente se recuperan y, a menudo, los efectos secundarios mejoran o desaparecen una vez que finaliza el tratamiento.

Para más información, consulte el documento titulado Quimioterapia para tratar el cáncer.

Terapia dirigida

La terapia dirigida es un tratamiento contra el cáncer que usa medicamentos para atacar proteínas y genes específicos que desempeñan una función en el crecimiento de las células tumorales. Esto ayuda a retrasar el crecimiento descontrolado y a reducir la producción de células tumorales. Las terapias dirigidas incluyen oncogenes, factores de crecimiento y moléculas destinadas a bloquear la actividad génica.

Enfoques alternativos y complementarios

Los enfoques alternativos y complementarios pueden ayudar a que usted u otras personas con un tumor sobrelleven mejor el diagnóstico y el tratamiento. Sin embargo, algunas de estas terapias pueden ser dañinas si se usan durante o después del tratamiento del cáncer y se debe hablar de antemano con un médico. Los enfoques frecuentes incluyen suplementos nutricionales y de hierbas, vitaminas, dietas especiales y técnicas mentales o físicas para reducir el estrés.

¿Cuáles son los últimos adelantos sobre los tumores del cerebro y de la médula espinal?

Los científicos continúan investigando formas de comprender, diagnosticar y tratar mejor los tumores del sistema nervioso central. Hace tan solo una década, varios de los tratamientos actuales eran terapias experimentales. Los estudios clínicos son estudios de investigación que someten a prueba u observan qué tan bien funcionan distintos enfoques médicos en las personas. Algunos estudios clínicos prueban nuevos tratamientos, como un nuevo medicamento o terapia médica. Los estudios que someten a prueba a un tratamiento ayudan a los investigadores a saber si dicho nuevo tratamiento es eficaz o menos dañino que los tratamientos estándar. Los estudios pueden considerarse en cualquier punto, desde el momento del diagnóstico hasta la recurrencia. Para obtener más información, consulte el documento ¿Qué son los estudios clínicos? del Instituto Nacional del Cáncer.

Los estudios clínicos actuales sobre los factores de riesgo genéticos, las causas ambientales y los mecanismos moleculares de los distintos tipos de cáncer pueden traducirse en tratamientos futuros, o quizás en la cura de estos tumores.

Gran parte de este trabajo cuenta con el apoyo de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés), a través de los esfuerzos de colaboración de su Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares (NINDS, por sus siglas en inglés) y el Instituto Nacional del Cáncer (NCI, por sus siglas en inglés), así como otras agencias federales, grupos sin fines de lucro, empresas farmacéuticas e instituciones privadas. Parte de esta investigación se lleva a cabo a través de la comunidad de investigación colaborativa sobre neurociencia y cáncer en los NIH ,o bien, mediante subvenciones de investigación a centros académicos en todos los Estados Unidos.

La Subdivisión de Neurooncología, patrocinada conjuntamente por el NCI y el NINDS, coordina la investigación para desarrollar y someter a prueba la eficacia y la seguridad de terapias novedosas para personas con tumores del sistema nervioso central. Estas opciones de tratamiento experimental pueden incluir nuevos medicamentos, terapia combinada, terapia génica, imágenes avanzadas e inteligencia artificial, inmunoagentes biológicos, cirugía y radiación. Se puede acceder a la información sobre estos y ensayos para otros trastornos en la base de datos en inglés de ensayos clínicos del gobierno federal, ClinicalTrials.gov.

Los científicos de los NIH y diversas universidades de los Estados Unidos están explorando una variedad de enfoques para tratar los tumores del sistema nervioso central. Estos enfoques experimentales incluyen estimular el sistema inmunitario para combatir mejor las células tumorales, desarrollar terapias que se dirijan a las células tumorales sin afectar las células normales, efectuar mejoras a la radioterapia, inhabilitar el tumor usando genes adjuntos a virus y definir biomarcadores que puedan predecir la respuesta de un tumor del sistema nervioso central a un tratamiento particular.

La terapia biológica (también llamada inmunoterapia) consiste en mejorar la respuesta inmunitaria general del cuerpo para reconocer y combatir las células cancerosas. El sistema inmunitario está diseñado para atacar sustancias extrañas al cuerpo, pero debido a que las células cancerosas no son foráneas, por lo general no generan una gran respuesta inmunitaria. Los investigadores están utilizando diferentes métodos para provocar una fuerte respuesta inmunitaria a las células tumorales, entre los que se encuentran:

  • Proteínas, como la interleucina y el interferón, y otras sustancias que retrasan el crecimiento tumoral.
  • Anticuerpos (proteínas que normalmente produce el cuerpo para protegerse de bacterias y virus) que están vinculados a medicamentos inmunotóxicos que buscan las células tumorales y liberan su toxina en estas, provocando un daño mínimo a las células normales circundantes.
  • Terapia génica, que utiliza un virus que puede atravesar la barrera hematoencefálica protectora del cerebro para administrar un gen suicida a la célula tumoral.
  • Terapia con vacunas, que fortalece la respuesta inmunitaria al insertar un antígeno (una sustancia que desencadena una reacción del sistema inmunitario) que el cuerpo atacará. Algunas vacunas intentan dirigirse a múltiples antígenos que el tumor puede producir.

La terapia dirigida utiliza medicamentos dirigidos molecularmente que buscan los cambios celulares que transforman las células normales en cancerosas. Las terapias dirigidas incluyen:

  • Compuestos que bloquean el crecimiento de los vasos sanguíneos y el flujo de nutrientes y de oxígeno al tumor. Estos compuestos también pueden obstaculizar la señalización celular y evitar que las células tumorales se propaguen a otras partes del cuerpo.
  • Desarrollo de herramientas de detección diagnósticas y terapéuticas para los oncogenes, que son genes transformados que controlan el crecimiento celular y hacen que las células normales se dividan sin control y se vuelvan malignas.
  • Inhibidores de la cinasa, que son proteínas que bloquean las enzimas que señalan el crecimiento sin dañar las células normales y que pueden hacer que los tumores del sistema nervioso central sean más sensibles a la quimioterapia.

Los biomarcadores son moléculas u otras sustancias en la sangre o en los tejidos que se pueden usar para diagnosticar o monitorear un trastorno. Se han encontrado algunos biomarcadores tumorales del sistema nervioso central, como el gen del receptor del factor de crecimiento epitelial. Los investigadores continúan buscando biomarcadores clínicos adicionales de los tumores del sistema nervioso central, para evaluar mejor el riesgo de las toxinas ambientales y otras causas posibles, así como para monitorear y predecir el resultado del tratamiento del tumor del sistema nervioso central. La identificación de biomarcadores también puede dar origen al desarrollo de nuevos modelos de enfermedades y novedosas terapias para el tratamiento de tumores.

Las investigaciones sobre la radioterapia incluyen el poner a prueba varios medicamentos nuevos contra el cáncer, ya sea de forma individual o en combinación con otros medicamentos. Los científicos también están investigando terapias combinadas que incluyen medicamentos, radiación y radiocirugía para tratar de manera eficaz los tumores del sistema nervioso central. Las áreas de investigación incluyen radiosensibilizadores, es decir, medicamentos que hacen que el tejido tumoral que se divide rápidamente sea más vulnerable a la radiación.

Las investigaciones sobre medicamentos quimioterapéuticos se centran en formas de administrar mejor los fármacos a través de la barrera hematoencefálica y en el sitio del tumor. Debido a que los medicamentos quimioterapéuticos funcionan de diferentes maneras para detener la división de las células tumorales, varios estudios están evaluando si al administrar una mayor cantidad de un medicamento, y tal vez administrarlos de diferentes maneras (como una administración escalonada y un tratamiento a largo plazo en dosis bajas), se puede matar más células tumorales sin causar efectos secundarios más dañinos que la terapia actual. Los investigadores están examinando diferentes niveles de medicamentos quimioterapéuticos para determinar si son menos tóxicos para el tejido normal cuando se combinan con otros tratamientos contra el cáncer, así como formas de hacer que las células cancerosas sean más sensibles a la quimioterapia. Las áreas de investigación incluyen:

  • medicamentos que hacen que las células que se dividen se transformen en células que no se dividen y así poder detener el crecimiento del tumor
  • ciertos medicamentos quimioterapéuticos que pueden destruir las células cancerosas sin efectos secundarios dañinos
  • técnica de liberación mejorada por convección, que pasa por alto la barrera hematoencefálica al enviar una corriente continua y uniforme de medicamentos tóxicos al tumor a través de catéteres que se insertan en el cerebro durante la cirugía

Se están realizando estudios de diferentes cirugías para definir mejor los posibles beneficios de los procedimientos quirúrgicos, entre ellos, una mejor respuesta a la terapia biológica y la quimioterapia, una mejor calidad de vida y una supervivencia prolongada.

Los estudios clínicos pueden ayudar a los médicos y los científicos a descubrir si los nuevos tratamientos son eficaces y seguros para muchas personas con tumores del cerebro y de la médula espinal. Tanto las personas sanas como las que tienen una enfermedad participan en los estudios clínicos, lo que aumenta nuestra comprensión sobre las enfermedades, incluidos los tumores cerebrales y espinales. Para obtener más información sobre los ensayos clínicos para los tumores del sistema nervioso central y cómo participar en estos, visite ClinicalTrials.gov, una base de datos en inglés de miles de estudios, algunos de los cuales incluyen resultados y artículos sobre los hallazgos.

Para consultar artículos de investigación y resúmenes sobre los tumores del cerebro y de la médula espinal, haga una búsqueda en inglés en PubMed, que contiene citas de revistas médicas y otros sitios (aunque son menos, también puede hacer búsquedas para ver si hay artículos en español).

¿Cómo se puede ayudar a mejorar el cuidado de las personas con tumores del cerebro o de la médula espinal?

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Estudios clínicos
Obtenga más información sobre los estudios clínicos. Estos son estudios que nos permiten aprender más sobre los trastornos y las enfermedades, y mejorar los cuidados. Pueden ayudar a dar acceso a los pacientes a tratamientos nuevos y futuros.

Considere la posibilidad de participar en un estudio clínico, para que los médicos y los científicos puedan aprender más sobre los tumores del cerebro y de la médula espinal. Las investigaciones clínicas se realizan con voluntarios y ayudan a los investigadores a aprender más sobre un trastorno y quizás a encontrar mejores maneras de detectar, tratar o prevenir una enfermedad de forma segura.

Se necesitan todo tipo de voluntarios (personas saludables o que puedan tener una enfermedad o afección), de todas las edades, sexos, razas y etnias para garantizar que los resultados del estudio se apliquen a tantas personas como sea posible, y que los tratamientos sean seguros y eficaces para todos los que los usen.

Para obtener información sobre cómo participar en una investigación clínica, visite la página de los NIH sobre la investigación clínica. Aprenda más sobre los estudios clínicos que actualmente están buscando a personas con tumores cerebrales y espinales en ClinicalTrials.gov. Esta es una base de datos en inglés sobre estudios clínicos actuales y anteriores, y los resultados de las investigaciones.

 

¿Dónde puedo encontrar más información sobre los tumores del cerebro y de la médula espinal?

Las siguientes organizaciones podrían tener información adicional para ayudar a pacientes, familiares, amigos y cuidadores de las personas con tumores cerebrales y espinales. Es posible que la información esté disponible solo en inglés:

American Brain Tumor Association (ABTA)
Teléfono: (773) 577-8750 o (800) 886-2282

American Cancer Society
Teléfono: (800) 227-2345

Brain Tumor Network
Teléfono: (904) 395-5220 o 844-286-6110

Childhood Brain Tumor Foundation
Teléfono: (877) 217-4166 o 301-515-2900

Children's Brain Tumor Foundation
Teléfono: (212) 448-9494

Información adicional sobre tumores del cerebro y de la médula espinal:

Instituto Nacional del Cáncer (NCI, por sus siglas en inglés)
Teléfono: (800) 422-6237

Medlineplus en español

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